Es la hora del sálvese quien pueda mientras aún toca la
orquesta. No hay botes para todos y con nuestros billetes de tercera tras las
rejas vemos cómo embarcan los ricos; estén tranquilos y esperen su turno, nos
dicen, mientras el agua nos llega a las piernas. Lo primero es salvar a los
banqueros que nos pusieron el iceberg en la proa, después a sus hijos; ustedes
lo votaron, y si queda tiempo dejaremos saltar por la borda a los de tercera. Y
siguen los botes embarcando medio vacíos mientras la plebe espera y se resigna,
esto me pasa por mi avaricia, por querer mejorar mi vida en América. Se salvan
los ricos y no salen las cuentas.
Soñar es gratis y yo sueño que salimos de la crisis, no
porque nos saquen los políticos ni los banqueros, sino porque los ciudadanos de
una vez por todas consigamos que dejen de engañarnos. Que haya listas abiertas
para que votemos a personas y no a partidos, a ver si algún parado votaba a la
Fabra. Se empeñan en sacarnos la sangre como los médicos medievales y, cuando
ven que el paciente no mejora, dicen: de trasfusión nada, eso es que hay que
seguir sacando sangre. Ese es el bucle en el que andamos metidos; todo se
reforma para que no cambie nada.
Para salir de la crisis hay que tomar medidas valientes e
innovadoras, nos dicen. Que llamen como quieran a su mierda, pero que no
quieran que yo me la trague aunque ya me la estoy tragando. Gastamos menos que
nadie en educación y sanidad, nuestros sueldos y pensiones son de los más bajos
de Europa y aún son capaces de decirnos que el estado del bienestar es un
lastre. Mientras tanto, siempre hay dinero para echarle una mano a un banco,
antes con dinero del FROB que del rescate europeo, que los trapos sucios mejor
lavarlos en casa, donde los mismos corruptos que se llevan dinero a espuertas
nombran a los jueces.
Lo que no se puede seguir manteniendo no es el estado del
bienestar sino el sistema profundamente corrupto en el que vivimos. Nuestra
separación de poderes es una ficción. Vemos
normal que alguien pueda colocar a su yerno en Washington con una
llamada telefónica, valga la redundancia, para quitárselo de encima; ex presidentes
a sueldo de petroleras, eléctricas y lobbys de la información cuyos objetivos
son obtener el mayor beneficio sin ningún escrúpulo y lavarnos el cerebro. A
todos los niveles aceptamos que no hay nada mejor que un buen enchufe, lo cual
divide la nación en dos clases de ciudadanos: los que roban y los que no
pueden.
Esto es lo que tenemos que empezar a cambiar, aunque parezca
que está intrínsecamente ligado a la condición humana. Y debemos cambiarlo
aunque sea por puro egoísmo, esa es mi última esperanza. Al fin y al cabo los
humanos siempre acabamos reaccionando y sintiendo empatía sólo cuando todos
estamos metidos dentro del mismo saco. Vivimos tiempos de cambios acelerados,
en poco más de 20 años hemos visto caer el telón de acero y lo que parece el
colapso del sistema capitalista. Contamos con medios de información o
desinformación y libertades que jamás han existido, de nosotros depende elegir
y luchar para hacerlos efectivos. Cabe recordar que en 1865 con el fin de la
Guerra civil americana se abolió la esclavitud en EEUU, pero no fue hasta un
siglo después que se consiguió acabar con la segregación y aún hoy existe mucho
racismo. Que nadie espere que el hecho de plasmar buenas intenciones en un
papel legal haga cambiar a la sociedad de inmediato, y los últimos recortes
parecen llevarnos de nuevo a la esclavitud.
A pesar de todo soy optimista, al ritmo que llevamos no
tardaremos en tener que enfrentarnos a un cataclismo ecológico planetario del
que no se podrán salvar ni los pasajeros de primera con todo el dinero del
mundo. Entonces aflorará el “altruismo” de los ricos y dejarán de pensar sólo
en pagar menos impuestos y salarios, lo que haga falta para salvar el planeta
dirán, y de paso yo mismo. Será cuando
rememos todos juntos sin saboteadores y al menos tendremos una oportunidad de
salvarnos.
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