Dos amigos afincados en California son propietarios de una galería de arte, ambos son alemanes aunque uno de ellos es de origen judío, Max Einstein. El otro, Martin Schulse, decide volver con su familia a la Alemania democrática y liberal de 1932, mientras Max se queda a cargo del negocio. Bajo estas sencillas premisas se construye una historia epistolar clara, breve y directa a la conciencia.
En sus 80 páginas que abarcan desde 1932 hasta 1934, el relato es la evolución de una amistad y la transformación de un hombre bueno. El intercambio de cartas comienza con la curiosidad de Max sobre el fenómeno del ascenso de Hitler en una Alemania empobrecida y humillada tras la Primera Guerra Mundial y continúa describiendo un perfecto retrato de la deriva de una sociedad a las manos de la barbarie.
Pero lo que de verdad hace de este libro “una historia absolutamente perfecta” o “una de las denuncias más rotunda contra el nazismo” según el New York Times, es la transmutación de Martin en un absoluto fanático entregado al ideal nazi.
Ese es el gran éxito de la autora, cómo a través de las cartas vemos a un hombre normal, un individuo culto, liberal y con apego a su país materno, transformarse en un fanático ante la incomprensión de su interlocutor y amigo. Esa “locura colectiva” que afectó a una de las sociedades más ilustradas de la época e invadió a la mayoría de sus componentes te lleva a la incómoda situación de ponerte en el espejo y admitir que seguramente tú también habrías sucumbido.
Una de las cosas que hace a esta obra y a su autora muy recomendable es la anticipación al desastre que planeaba sobre Europa; la obra se publica en 1938, es decir, antes de la invasión de Polonia que daría comienzo a la Segunda Guerra Mundial y con ello al atroz funcionamiento de la maquinaria de exterminio nazi.
La historia fue creada por Katherine Kressmann, graduada por la Universidad de Oregón y que trabajaba como publicista, además de en sus ratos libres escribir para algunas revistas literarias. Una mujer pionera a la que su editor aconsejó que usase un seudónimo masculino, Kressmann Taylor, debido a que el contenido de la obra era demasiado duro para ser publicado por una mujer.
Las razones que llevaron a Katherine a crear Paradero Desconocido se deben a que unos amigos suyos alemanes que, después de haber vivido en Estados Unidos, regresaron a Alemania y siguieron el proceso que se relata en esta historia hasta convertirse en unos nazis acérrimos, incapaces de admitir la menor crítica a Hitler o su sistema. Durante una visita de estos a California se encontraron con un viejo íntimo amigo judío al cual negaron el saludo y no le llegaron a dirigir la palabra.
Angustiada por buscar una explicación a la actitud de sus amigos, comenzó a estudiar todas las noticias llegadas desde Alemania además de hablar con estudiantes americanos que habían estado allí de intercambio. Fue la toma de conciencia de lo que estaba gestándose en Alemania lo que la empujó a escribir esta obra que a los diez días de la publicación se encontraba agotada en América. En 1939 pegó el salto al viejo continente, meses antes de la “blitzkrieg”; las ventas en Francia y los Países Bajos fueron notables, pero después de la ocupación este título pasó a formar parte de las listas de libros prohibidos por el Reich.
En 1995 se reeditó esta obra, como conmemoración a los 50 años de la liberación de los campos de concentración, convertido ya en un clásico americano de una autora que rompió moldes en su tiempo gracias a la agudeza de su pluma.
En sus 80 páginas que abarcan desde 1932 hasta 1934, el relato es la evolución de una amistad y la transformación de un hombre bueno. El intercambio de cartas comienza con la curiosidad de Max sobre el fenómeno del ascenso de Hitler en una Alemania empobrecida y humillada tras la Primera Guerra Mundial y continúa describiendo un perfecto retrato de la deriva de una sociedad a las manos de la barbarie.
Pero lo que de verdad hace de este libro “una historia absolutamente perfecta” o “una de las denuncias más rotunda contra el nazismo” según el New York Times, es la transmutación de Martin en un absoluto fanático entregado al ideal nazi.
Ese es el gran éxito de la autora, cómo a través de las cartas vemos a un hombre normal, un individuo culto, liberal y con apego a su país materno, transformarse en un fanático ante la incomprensión de su interlocutor y amigo. Esa “locura colectiva” que afectó a una de las sociedades más ilustradas de la época e invadió a la mayoría de sus componentes te lleva a la incómoda situación de ponerte en el espejo y admitir que seguramente tú también habrías sucumbido.
Una de las cosas que hace a esta obra y a su autora muy recomendable es la anticipación al desastre que planeaba sobre Europa; la obra se publica en 1938, es decir, antes de la invasión de Polonia que daría comienzo a la Segunda Guerra Mundial y con ello al atroz funcionamiento de la maquinaria de exterminio nazi.
La historia fue creada por Katherine Kressmann, graduada por la Universidad de Oregón y que trabajaba como publicista, además de en sus ratos libres escribir para algunas revistas literarias. Una mujer pionera a la que su editor aconsejó que usase un seudónimo masculino, Kressmann Taylor, debido a que el contenido de la obra era demasiado duro para ser publicado por una mujer.
Las razones que llevaron a Katherine a crear Paradero Desconocido se deben a que unos amigos suyos alemanes que, después de haber vivido en Estados Unidos, regresaron a Alemania y siguieron el proceso que se relata en esta historia hasta convertirse en unos nazis acérrimos, incapaces de admitir la menor crítica a Hitler o su sistema. Durante una visita de estos a California se encontraron con un viejo íntimo amigo judío al cual negaron el saludo y no le llegaron a dirigir la palabra.
Angustiada por buscar una explicación a la actitud de sus amigos, comenzó a estudiar todas las noticias llegadas desde Alemania además de hablar con estudiantes americanos que habían estado allí de intercambio. Fue la toma de conciencia de lo que estaba gestándose en Alemania lo que la empujó a escribir esta obra que a los diez días de la publicación se encontraba agotada en América. En 1939 pegó el salto al viejo continente, meses antes de la “blitzkrieg”; las ventas en Francia y los Países Bajos fueron notables, pero después de la ocupación este título pasó a formar parte de las listas de libros prohibidos por el Reich.
En 1995 se reeditó esta obra, como conmemoración a los 50 años de la liberación de los campos de concentración, convertido ya en un clásico americano de una autora que rompió moldes en su tiempo gracias a la agudeza de su pluma.
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